Capítulo 1. La cruda Realidad. Pt.1

Me encuentro apoyada en la pared, con una manta de color rojo que impide que coja frío. Hoy es un día especial, y sé que algo va a cambiar. Cuando a la hora de comer comunicaron a todo el mundo que de noche los menores de 16 años no podían ver el telediario lo tuve muy claro. Así que hay estaba yo, sentada en el suelo al lado de la puerta del salón, esperando oír la noticia que cambiaría mi vida…

-¿Qué crees que habrá pasado Nel?

-No tengo ni idea Elisabeth

Mis padres parecían preocupados, y eso me aterraba. Oía como se abrazaban y se tranquilizaban el uno al otro. Silencio, y todo el país contuvo el aliento. Empezó la música tradicional de las noticias y no se oyó ni un ruido.

-Ha llegado la hora, si queda algún menor de dieciséis presente que desaparezca en el momento. – El presentador hizo una pausa de 3 segundos, hasta que una voz potente y grave invadió el salón.

-Ciudadanos de Persae. - ese que habla no será… ¡Sí, el mismísimo Comandante Luzius! Empiezo a pensar que tal vez, no sea una buena idea saltarme las reglas.- Vuestra querida capital se ha visto muy aburrida últimamente. Gran Hermano acabó hace ya 10 años, Supervivientes se ha quedado sin gente famosa y valiente… -Durante dos minutos, el Comandante Luzius ha dicho todos los realities shows de los últimos diez años y lo que les ha ocurrido para tener que cancelarse. Todos ellos eran de países grandes y poderosos. Empezaba a olerme lo peor. –Por eso, con mi ingeniosa mente he tenido una gran idea.

De nuevo silencio y tensión, me acerqué más aún a la puerta, a gatas para no hacer ruido, y me asomé con curiosidad. En el televisor se veía al Comandante pensativo, supongo que pensando como decirlo con tacto. Pero yo no podía esperar más, quería saber ahora mismo lo que rondaba por la cabeza de aquel malvado hombre.

-Si tienen un hijo o hija de catorce años, ya pueden ir sintiéndose afortunados, pues en menos de una semana diez chicas y diez chicos de 14 años viajarán a una de nuestras pequeñas islas, del que nadie sabe su existencia, menos mi gobierno. –Parece que le ha costado soltarlo, pero una vez dicho todo esto se suelta y empieza a hablar. – En principio íbamos a mandarlos solos allí y que ellos encontraran la manera de sobrevivir.

Noto como me pongo un poco pálida, y veo como mi madre aprieta fuerte la mano de mi padre.

-Sería divertido, pero luego nos hemos dado cuenta de que sería demasiado aburrido, y tampoco es que esto sea un castigo.  –El Comandante esboza una sonrisa triunfante y sigue explicando en qué consiste antes de que sepamos lo que todos tememos. –Los veinte adolescentes tendrán como compañía a dos presentadores que los tendrán vigilados y les ayudarán en lo que puedan. NO se podrá escapar de la isla en ninguna circunstancia, y para salir tendrán que superar un mínimo de retos. El equipo que gane será recompensado con mucho dinero y la oportunidad de cambiar su casa a la capital. Los que pierdan, no volverán a sus casas y serán utilizados como presente a las tropas de nuestros enemigos.

Me quedo atónita, ¿están en serio? No entiendo cómo pueden hacer eso con la gente, ahora está más que claro quién tiene el poder de Persae, nuestro país está a la deriva.

La imagen de la tele se vuelve negra durante un segundo, y aparece el presentador. Dice que a continuación dirán los nombres de los afortunados, pero lo peor es que de verdad se creen que seamos afortunados.

Por un momento fugaz tengo miedo de que salga Mica, mi hermana mayor, pero entonces recuerdo que ella tiene dieciséis y que seguramente estará de juerga con sus amigos. Luego algo se instala en mi corazón, es miedo. Miedo a que yo misma salga elegida, miedo a no volver a ver a mi hermano pequeño Nano, miedo a no regresar.

Contengo la respiración.

-De la bonita ciudad de Link: Raquel Lissa Cardiel. –Ni idea de quién es, pienso.

-De la pequeña ciudad de Thymi. –Es mi turno, aparece una imagen de la plaza de mi cuidad, cuando era navidad. –Dakota Leondor.

¡Pumm! Y ha estallado, sin yo poder hacer nada para evitarlo. Intento volver a mí cuarto, pero esas dos últimas palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza. Impiden que piense con claridad y agacho la cabeza mirando al suelo, pero cuando me quiero dar cuenta he chocado escandalosamente con la puerta.

-Da…Dakota… -Susurra mi madre cuando me ve.

Se acercan a mí corriendo y tirando un par de cosas por el camino. Me atrevo a levantar la vista y mirar a mis padres, que empiezan a derramar lágrimas. El pelo rubio bote de mi madre parece que pierde color, y los rizos de mi padre dan la sensación de volverse lisos. Yo, por mi parte, retrocedo en estado de shock hasta que mi espalda choca contra la pared. Me levanto con cuidado y noto que estoy temblando, lucho por seguir caminando y alejarme en seguida de allí.