El sol empezó a salir por la ventana y la luz hizo que tuviera que cerrar los ojos con fuerza. Pero no fue eso lo que me despertó, Bradlee seguía a mi lado y me acariciaba el pelo. Eso fue lo que me hizo dormir y lo que me ha despertado.
Miro a mí alrededor y compruebo como todas las demás duermen, y algo me dijo
que a más de una se le escapó una risa cuando entró en la habitación y nos vio
a los dos juntos.
Bajé al salón andando descalza por la moqueta para no hacer ruido. Vi la gran mesa de madera situada al lado de la ventana y me senté en una silla. Minutos después pillé a Bradlee saliendo por la puerta, en silencio y con una gran sonrisa en la cara. ¡Me encanta su sonrisa!
Después, poco a poco, minuto a minuto, empezaron a venir todas las demás para desayunar. Algunas estaban muy despiertas, otras muy dormidas y otras mitad y mitad. Pero todas tenían algo en común, sonreían en cuanto me veían.
-¿Qué tal tú noche Dakota? –Me pregunto Cherry con una sonrisa maliciosa.
-Pues la verdad, he dormido muy bien. –La contesto con otra sonrisa.
-Para no dormir bien con ese tío tan bueno ¿eh? –Se ríe Beid-
Entonces, todas las demás estallan en carcajadas y yo tampoco puedo reprimir la risa.
Pasan cinco minutos y entre risas terminamos de desayunar. La puerta se abre y Renata aparece expresando una sonrisa, pero se puede ver por sus ojeras que está muy triste.
-Tal vez Spike tenga razón al final. –Les susurro a las chicas.
-¡Qué! –Saltan ellas.
-¡Qué Spike tenía razón! ¡Por mi culpa Renata está mal! ¡Por mi culpa ellos han roto! –Grito con todas mis fuerzas, estallando en lágrimas.
Renata se acerca a mí y me susurra que no pasa nada, que igualmente lo suyo no podía haber salido bien de ninguna manera. Todas las demás se acercan también y entonces me siento muy, pero que muy, egoísta. Antes no me gustaba llamar la atención, me mantenía apartada y alejada de la gente. Pero desde que volvía a encontrarme con Spike, me siento la persona más egoísta de todas. Entonces me prometo una cosa, a partir de ahora ya no demostraré mis debilidades en público.
Me levanto de la mesa y me seco las lágrimas, las consigo convencer de que solo ha sido un bajón y que ya no volverá a pasar. Guiadas por Renata subimos a nuestra habitación y abrimos un gran armario.
-Aquí tenéis vuestros trajes para el primer reto.
Todas abrimos los ojos de la sorpresa y sonreímos. Por fin empezará un poco de acción. Renata saca unos monos de colores rojo, azul, verde y amarillo. Y también unos chalecos.
-¿Qué pasa que vamos a hacer una batalla de paintball? –Pregunta irónicamente Beid.
-Sí, así es. –Asiente Renata.
Una mezcla de sorpresa y fascinación invade nuestras caras. ¿Batalla de Paintball? Nos vestimos sin decir palabra y salimos de la cabaña. Fuera están los chicos, también preparados. Nos dirigimos hacia la Hoguera y nos colocamos por equipos. Marcus y Renata se colocan detrás de la mesa de piedra, y nos anuncian lo de la batalla de paintball. No se miran ni una sola vez, y eso me causa más dolor.
-Ahora, por
equipos os dirigiréis a las zonas señaladas, tenéis una base cada uno. Allí os
reuniréis para planear vuestras estrategias. –Nos informa Marcus.
-Cada equipo
tenéis un mapa digital que utilizaréis para situaros. –Añade Renata fingiendo
una sonrisa.
Entonces, todos salimos corriendo en dirección a nuestras bases.