QUIERO DAROS LAS GRACIAS A TODAS VOSOTRAS QUE ME LEÉIS, Y QUE ME ENCANTAN VUESTROS COMENTARIOS. ¡NO SABÉIS LO MUCHOS QUE ME PUEDO ALEGRAR CON ELLOS!
CAPÍTULO 11. RASGOS DE LA TORTUGA CON K.
Todo lo que llegaba a mis oídos era música procedente del equipo ganador, yo no recuerdo que lo celebrásemos tanto. En cuanto llegué a la habitación caí rendida mientras que los demás se lo pasaban bien, definitivamente no soy de mucha fiesta.
Miro hacia arriba y pienso en el primer día de este año. El beso con Spike por la noche, lo frágil que me sentí cuando le vi decir eso en la televisión… De mis ojos empiezan a salir lágrimas y yo me levanto para intentar pararlas. Pero sé que solo hay una persona capaz de hacerlas parar, aun que puede que sean dos.
Oigo un ruido cuando las lágrimas han parado de salir, y solo puedo esbozar una sonrisa mientras noto como se acerca a mí y me abraza.
-La próxima vez ganaré yo… -Noto sus labios cerca de mí, y al mirarle solo consigo aumentar las ganas de besarle. Me mira con una mirada provocadora.
-No lo esperes amor.
Le guiño un ojo y me entran ganas de picarle un poco, como hacíamos antes.
-Si no eres capaz de atraparme no te mereces ganar ni un solo reto. –Le miro por el rabillo del ojo y noto como mis palabras hacen su efecto.
-Creo que no deberás haber dicho eso.
Salgo corriendo hasta quedarme detrás de un sillón de terciopelo. Spike está justo en el otro lado y me mira decidido.
-Yo que tú me rendiría, estas en desventaja mi amor.
-Yo nunca me rindo.
Me acerco a la puerta despacio, sin que se note, y consigo llegar a abrirla. Bajar las escaleras corriendo es peligroso, al menos eso me decían, pero consigo llegar abajo sana y salva. Todos están fuera así que creo que es mejor salir fuera de la cabaña.
-Estás a tiempo de tragarte tus palabras antes de que te arrepientas.
Le veo dudar, pero finalmente me mira y lo suelta.
-Solo me he arrepentido de una cosa en toda mi vida: haberte dejado marchar…
Siento un golpe seco en el pecho, y noto que me falta el aire. Pienso en decirle millones de palabras, todas esas que nunca le dije a nadie y que guardaba solo para él. Aun que todo eso…
-El pasado no me importa, ya no.
Esbozo una enorme sonrisa y me precipito sobre la puerta de salida. Dos focos de color azul no dejan ni un solo lugar sin iluminar, y otros dos rojos y amarillos le persiguen. Es increíble la fiesta que han montado en un solo segundo, los focos de colores hacen que la hierba brille en la oscuridad.
Veo a Bradlee bailar con los demás, mientras intercambia palabras con Altea. Siento algo parecido a los celos, pero es imposible, yo estoy con Spike. En cuanto me vio se acercó a mí y sonrió de la forma en la que solo sabe hacerlo él.
-¿Al final has decidido unirte a la fiesta?
Mire hacia un lado y vi que una larga mesa estaba repleta de alcohol, pero Bradlee no parecía haber probado nada. Al contrario de Queen y Rea, que estaban besándose con dos concursantes. April parecía interesada en el chico alto y pelo negro, pero le miraba desde lejos y sin hacer caso a Trisha, quien intentaba traerla al mundo real.
-No, yo…
-¡Te pillé Didi!
Pegué un salto cuando Spike me cogió de la cintura y cogió mi barbilla para besarme. Vi como uno de los puños de Brad se apretaba, pero con una sola mirada de Spike fingió una sonrisa. Pude ver una oportunidad de escapar de esa situación tan incómoda, estaba apoyada en un árbol y tenía su pelo pelirrojo sujeto con una coleta.
-Perdonarme, tengo que arreglar algo.
Los dos me miraron confusos, pero antes de que preguntaran me libre de los brazos de Spike y me adentré en el mogollón que bailaba. Cogí a Kationak del brazo y, pasando de sus insultos, le dije a Beid que me acompañase. Ella seguía enfadada conmigo pero eso esperaba arreglarlo luego. Dirigí a las dos hacia la pelirroja de ojos azules, que cuando nos vio acercarnos se alejó del árbol e intentó huir.
-¡Cherry!
Se dio la vuelta diciendo cosas entre dientes, pero yo no me inmuté. Kationak se movía nerviosa a mi lado y yo solo la solté al lado de Cherry.
-Muy bien, -mi tono parecía demasiado duro, por lo que lo suavicé -¿me podéis contar qué os ha pasado?
-¿Y a ti que te importa lo que nos ocurra a nosotras?
Beid me miraba con mala cara, ¿qué demonios la pasa conmigo?
-Más de lo que crees.
Esperaba que Beid se diera cuenta de que era injusto que me tratase así, ni siquiera tenía conciencia de lo que había hecho mal.
-¡Esto no es culpa suya Beid! –Me defendió Cherry.
-¡Pues yo creo que sí vale!
Las dos eran incapaces de decir nada más, solo decían que no era culpa mía y otra que sí.
-¡Callaos las dos!
La voz de Kationak sonó firme, por lo que la discusión se acabó.
-Será mejor que nos alejemos un poco de la fiesta. –Hizo énfasis en “un poco”, y eso hizo que me estremeciera.
Tanto Beid como Cherry asintieron y yo solo pude seguirlas. Llegamos a la Mesa de Piedra y entonces Kationak decidió que deberíamos parar.
-Dakota, escucha con atención. –Miraba de un lado a otro, nerviosa, mientras que las otras dos pelirrojas encendían las antorchas. –Ante todo, no te asustes.
-Con eso solo consigues que me asuste.
Vale, estaba pareciendo una niña cobarde, pero tenía miedo. Las tres pelirrojas se juntaron y se colocaron el un línea recta. Se levantaron la manga derecha y vi tres líneas marcadas en su piel. Acerqué mi mano a la cicatriz de Beid y noté como hacía una mueca de dolor cuando sintió mis temblorosos dedos encima de su brazo. Repasé lentamente una bonita y escalofriante K
-Necesitamos que confíes en nosotras, puede que pases miedo y tal vez…
Entonces, ningún otro sonido salió de la boca de Cherry, aunque sus labios seguían moviéndose.
Todo se iba volviendo negro, pero pude ver una última cosa en la mesa de piedra.
RASGOS DE LA TORTUGA
En estos momentos desearía ser un personaje animado. En donde yo recordaría algo de mi pasado y descubriría este misterio. Pero estoy en el mundo real, donde las cosas duelen y te impactan en la cara sin poder hacer nada.
Despierto sudorosa en mi cama, con la extraña sensación de que alguien me vigilaba. Pero resultaba que solo era una maldita cámara.
5 de Enero del 2300
Tras esa horrible pesadilla no he conseguido controlarme. Estoy aquí, encerrada en el baño para que Spike no pueda venir a consolarme, porque sinceramente, no quiero que NADIE se acerque a mí. Sé que mis sollozos se oyen detrás de la puerta pero no estoy dispuesta a abrir el cerrojo.
Recuerdo haber salido de la cabaña mientras Spike me perseguía, la sonrisa de Brad, haber hablado con las pelirrojas pero… a partir de ahí todo es confuso.
Intentar describir estos 3 días en los que no te he escrito es imposible. Para mí cada día aquí es como una semana entera…
Los abrazos con Spike son mágicos, las sonrisas forzadas de Brad dejan mucho que desear, las chicas son las mejores…
Todas ellas han encontrado aquí su sitio y yo, sin embargo, no me conformo con nada.
El segundo reto… es complicado describirlo. Hemos pasado por muchos sitios, y hasta que mi vértigo no ha entrado en el juego todo ha ido relativamente bien. Pero cuando ha hecho su entrada, Bradlee ha estado allí.
Escribo rápido pues las pelirrojas me llaman. Querido diario, ahora siento que eres al único que le puedo contar todo lo que me atormenta. Por eso, te haré llegar todo lo que averigüe sobre… Los Rasgos de la Tortuga y esa misteriosa K.